






REPTANTE, MARÍO VÉLEZ EN LA GALERÍA COLL BLANC
ABRIL 2019
La obra del colombiano Mario Vélez (Medellín,1968), supone contemplar la memoria de la naturaleza y el calor del color en su pintura. Mario Vélez pinta cuando escribe y escribe cuando pinta y dibuja, utilizando un lenguaje austero y primitivo que tiene sus orígenes en las culturas precolombinas del suroccidente colombiano. Sus formas ovoides originarias, nos introducen en los albores de la expresión plástica y en una órbita de formas simbólicas llenas de mitologías propias de tiempos pasados, conjugadas entre lo humano, el cosmos y la naturaleza. Reptante, es el nombre que recibe su trabajo realizado en la galería Coll Blanc de Culla (Castellón-España), cuya residencia, inició el pasado mes de febrero, finalizando con la exposición de su trabajo que tendrá lugar el próximo 6 de abril. Reptante es quien se mueve o anda arrastrándose como las serpientes y otros reptiles. Reptar, también significa cambiar de posición, trasladarse, y con ello, mudar la piel a través de los cambios de su mirada y del paisaje que la rodea: de la frondosidad de los bosques andinos, al paisaje mediterráneo de roca y almendros que rodea a la galería Coll Blanc.
Sus pinturas, sus piezas escultóricas, sus dibujos y videos, son expresiones de la exuberancia de todo lo que el artista es: sus momentos de cambio, de transición y de canalización de energías. Las rocas, como materia en estado sólido, cobran especial protagonismo en su trabajo. Recogidas tanto en el río Cauca, el segundo más importante de Colombia y cercano a su Medellín natal, como en los alrededores de Coll Blanc, Mario Vélez las humaniza buscando su identidad al limpiarlas, cubrirlas de barro y vestirlas con telas de diferentes colores. Empujadas por la mano del artista, dejan un rastro de movimiento en busca del agua reflejado en el papel, cual piel grabada en un soporte, para dejar constancia de aquello que repta, de aquello que se mueve, como si de un canto rodado se tratara. Sus manos se entrelazan entre las ramas y las raíces secas recolectadas en el espacio que actualmente habita. Sus huellas aparecen impresas en el barro que las eleva a obras autónomas, cuya impronta, se convierte en una acción ceremonial, casi enigmática, de valor simbólico y poético.
Coll Blanc ha supuesto para el artista una introspección, un mirar hacia su interior en una soledad mística basada en un aislamiento, cuya trascendencia, alimentada por la aridez del paisaje mediterráneo, le ha permitido reflexionar sobre la forma y la sobriedad de su trabajo, evocando lo natural y creando lazos entre dos territorios, lejanos, pero cercanos en senderos serpenteantes, a través de los cuales, repta y muda.
Irene Ballester Buigues
Comisaria de la exposición
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